Mi vida es un baile

Aprendí y comencé a bailar en mi adolescencia allá por principios de los años ’70 en un curso anual de baile de salón para jóvenes de la colectividad alemana.
Durante este curso aprendí ritmos como: Vals lento (también conocido como Vals Inglés o Boston), Val Vienés, Fox Trot, Rock and Roll, Tango, Samba, Quickstep, Paso Doble, etc.
En esa etapa de mi vida era una muy buena alternativa de diversión, entretenimiento, amistad y fuente inagotable de contactos con el sexo opuesto a través del mundo del baile. De hecho, años más tarde, conocí a la madre de mis hijos siendo profesor y discípulo de mi maestra.
Para fines de los ’80 y la década del ’90 se fueron formando diversos grupos de jóvenes adultos y matrimonios que me convocaban para aprender a bailar o practicar, mejorar técnicas y estilos.
Estos encuentros se realizaban una vez por semana en diversos ámbitos e instituciones y servían también como una verdadera alternativa a la rutina “bailar para divertirse”. En estos cursos de duración anual (desde marzo/abril hasta noviembre) se impartían los conocimientos necesarios y suficientes para que todas las parejas pudieran disfrutar de la más variada música bailable en todo evento al que asistieran.
Paralelamente fue surgiendo el curso “corto y específico” de Vals Vienés principalmente para las parejas de novios como así también para los familiares y parientes que participan en primer término del Vals inaugural de la fiesta de casamiento.

Horacio Fehling