Día duro
Has tenido un día....una semana duros?
Tal vez la pequeña historia de Tom Philhover te haga reflexionar.
El carpintero que contraté para que me ayudara a reparar una vieja casa de campo tuvo un mal día durante su primera jornada: un neumático averiado le hizo perder una hora de trabajo, su sierra eléctrica dejó de funcionar y ahora su vieja camioneta se rehusaba a arrancar.
Cuando lo lleve en coche de regreso a su casa, estuvo sentado a mi lado, sumido en el más absoluto de los silencios. Poco antes de llegar, me invitó a conocer a su familia. Al caminar hacia la puerta de entrada, se detuvo un instante junto a un pequeño árbol y tocó las puntas de algunas ramas con ambas manos
Cuando abrió la puerta, se produjo en él una asombrosa transformación: su bronceada cara resplandecía de sonrisas, abrazó a sus dos pequeños hijos y besó a su mujer. Me acompañó luego hasta el auto. Pasamos junto al árbol y la curiosidad me ganó de mano. Le pregunté acerca de lo que le había visto hacer antes.
“Oh, ese es mi árbol de los problemas” contestó.
“Yo sé que no puedo evitar tenerlos en el trabajo, pero también es cierto, que no corresponde que estén en mi casa junto a mi mujer y mis hijos. Por eso los cuelgo del árbol todas las noches cuando llego. A la mañana siguiente los vuelvo a recoger”.
“Lo curioso es”, dijo con una sonrisa, “que cuando salgo a la mañana a recogerlos, ya no son lejos tan numerosos como los recuerdo haber colgado la noche anterior”.
(Traducido del inglés)