El Vals como medicina
Grácil y elegante, esta danza conquistó los palacios vieneses en el siglo XIX y pronto se extendió al mundo.
Siempre bien acompañado, El Viajero Ilustrado ha bailado el vals en distintas ciudades del mundo. En extensas veladas, ha disfrutado de este refinado "baile de salón", con movimientos ágiles y delicados siguiendo el ritmo del tres por cuatro.
Seducido por la dulzura de sus melodías, El Viajero ha indagado sobre sus orígenes. De esta forma, ha averiguado que si bien se trata de un ritmo musical bailable que nació en el Tirol en el siglo XII, comenzó a ser tenido en cuenta en los palacios de la bellísima Viena hacia 1800, y a extenderse desde Austria hacia otros países de Europa en los años siguientes.
El Viajero sabe que los orígenes del vals no son sencillos de rastrear y los mismos aún no están del todo determinados: mientras que algunos autores sostienen que data de los siglos XII y XIII, basándose en un baile que era conocido como Nachtanz; también hay quienes creen que el vals tiene reminiscencias de la Volte, una danza en tres tiempos bailada en el siglo XVI. Para El Viajero, una de las teorías más convincentes es la sostenida por los historiadores que afirman que el vals deriva de los Landler, unas rústicas danzas que bailaban en la Edad Media montañeses y campesinos del sur de Alemania y Austria. Entonces, un lento compás de tres tiempos hacía girar a las parejas varias veces en el lugar. Precisamente, la palabra vals proviene del alemán Walzer, ya que walzen significa "dar vueltas". Lo cierto es que en el siglo XIX se populariza, toma su nombre definitivo y puede encontrarse en la ópera y en el ballet.
Más allá de los datos históricos, El Viajero ha podido comprobar que se conoce como "vals vienés" a la típica danza de pasos más rápidos.
Aunque fue repudiado en un primer momento por la alta sociedad y hasta considerado inmoral en los albores del siglo XIX, el vals llegó a sonar décadas más tarde en los salones europeos más elegantes, así como también en todas las grandes fiestas de la realeza y de la nobleza.
El gran Chopin aportó una gran cantidad de valses para piano (entre ellos, el más breve llamado Vals del Minuto), pero fueron los Strauss quienes pasaron a la historia como los grandes compositores de esta forma musical. El Viajero no se olvida, por supuesto, de Tchaikovsky y de sus célebres piezas El Cascanueces, El Lago de los Cisnes y La Bella Durmiente.
Haydn, Strauss, Ravel, Schubert y Brahms, entre tantos otros músicos, han dejado también un vasto legado de valses inolvidables, y presentes en todo ballroom que se precie de tal.
Sin embargo, fue Johann Strauss hijo quien habría de convertirse en el "rey del vals", al componer El Danubio Azul en 1867. De los 400 valses del músico, pronto esta pieza se volvió la más popular del mundo. Luego de una primera presentación del vals con coro que quedó para el olvido, el propio Strauss decidió tomar la batuta y dirigirlo -sin coro, esta vez- en París, alcanzando un éxito inmediato. Poco después, brindó conciertos en Inglaterra y, unas semanas más tarde, un millón de ejemplares de la partitura impresa recorría el mundo. En la actualidad, El Danubio Azul es considerado como "el segundo himno nacional austríaco", y es uno de los bises infaltables en el tradicional Concierto de Año Nuevo que brinda la Orquesta Filarmónica de Viena.
Como El Viajero Ilustrado pudo constatar, el vals ha trascendido largamente las fronteras de Europa, y marca el comienzo de las celebraciones aun en las bodas más fastuosas del mundo. A tal punto el vals vienés ha logrado mantenerse vigente, que por estos días puede distinguirse el "estilo internacional" -donde las parejas de baile permanecen siempre enlazadas, con un número de figuras limitado- y el "estilo americano", un baile más distendido en el que las parejas pueden realizar variadas figuras. Según el ritmo, se distinguen el vals inglés, el francés, el ruso y el americano; pero también existen variantes sudamericanas, como el vals tango argentino y el vals peruano, que encierra influencias de los ritmos negros del Perú y tuvo auge a mediados del siglo XX.
Con movimientos giratorios y de traslación, El Viajero baila el vals en cada oportunidad que se le presenta. Sabe bien que el cuerpo debe permanecer erguido, y la mano izquierda del caballero sujeta a la mano de la dama. En tanto, la mano derecha del hombre se sitúa en la espalda de la mujer. Entonces sí, El Viajero se entregará a la danza hasta el amanecer.
EL VIAJERO ILUSTRADO
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